Quizá debería haber añadido en la descripción del blog algo sobre deportes. Dado que no es mi temática preferida, y cada vez menos con los años, la NBA si que es algo que me apasiona seguir por el nivel de competitividad que concentra y lo dinámica que es: cambia a una velocidad similar a lao que sería si estableciésemos un paralelismo con como lo hace el mundo en sí mismo y las civilizaciones más avanzadas; así como también por lo entretenida e impredecible que me resulta. Olviden la espectacularidad de algunas de sus jugadas. Eso no es lo que me llama personalmente la atención. Es más, mi parte menos favorita es todo lo que concierne entorno al finde semana de las estrellas (el 'All Star-Weekend').
Y, como fiel seguidor de la liga, desde mis inicios, mi equipo de referencia y al que más me ha interesado seguir la pista, hasta acabar de alguna manera enganchado a él ha sido, como ven, OKC Thunder. El, cuando llegué, equipo de Kevin Durant, Russell Westbrook y Serge Ibaka (también de un "young-Harden"). Y, es precisamente de esta franquicia, de lo que vengo a hablar en la entrada de hoy.
KD durante los tres tiros libre de RW en el agónico final del GAME 5 contra los Clippers en los PO 2014. Momento inolvidable. Imagen para el recuerdo en el Cheakespeare Arena.
OKC Thunder que fue el cambio de la legendaria franquicia de los Seattle SuperSonics a la ciudad de Oklahoma en el año 2008 donde ya contaba con Durant desde el año anterior y que junto a la llegada de Westbrook en el draft del 2008, James Harden en el de 2009 (más Serge Ibaka en 2008, aunque militó en la franquicia a partir de 2009) lograron componer una de las grandes dinastías de la última década en el baloncesto americano. Jugadores jóvenes y con un descomunal talento que eran centellas en la pista de baloncesto, jugando con una alegría y dominio que a muchos pensaban que probablemente fuera a marcar durante años venideros la tendencia a seguir en la liga. En 2012 ya habían alcanzado las finales de la NBA donde desafortunadamente no pudieron impedir que LeBron James consiguiese su primer anillo jugando en los todopoderosos Miami Heat (junto a Wade, Chris Bosh y Ray Allen).
Las sucesivas (y graves, muchas veces) lesiones de un Russell Westbrook absolutamente bestial, que jugaba sin conocimiento alguno y que estaba totalmente descontrolado gafaron más de una vez las posibilidades de los truenos de Oklahoma de alcanzar la gloria en los Playoffs. Aunque luego después de la marcha de Kevin Durant, el base ha sabido sentar la cabeza y erigirse como un auténtico líder capaz de guiar a un equipo a una gran marcha durante la temporada.
El caso era que OKC era siempre aquel equipo que nunca acababa de ser el favorito pero que podía ganar a cualquiera que se le pusiera en medio sin pestañear y con la mayor de las solvencias. Quizá siempre les falto la regularidad y consistencia necesaria de un equipo campeón. Así como administrar mejor el balón en los minutos finales de partido y ganar por juego colectivo más que por mero talento.
En los PO del 2016, año donde OKC en RS (temporada regular) no había estado al nivel que acostumbraba. Algo por debajo debido a unas cosas y otras. Un KD tocado del pie y con Westbrook que al principio empezó con una lesión de muñeca. Ambos llegaron a PO. Era el año en el que los Golden State Warriors de Stephen Curry, Klay Thompson y Draymond Green habían conseguido lo que parecía imposible: batir el 72-10 de los Chicago Bulls de (DIOS) Michael Jordan, con un 73-9. Todo hacía pensar que nadie podría ni toserlos ese año. Se clasificaron, efectivamente hasta la final de conferencia arrollando a sus rivales (4-1 a los Rockets y 4-1 a los Blazers). Por su lado, los Thunder casi contra pronóstico acabaron con los Mavs (4-1) y, después en segunda ronda apasionante y, con el recién llegado Billy Donovan dando un repaso táctico a más ni menos que a uno de los grandes entrenadores jefes de la historia como era Greg Popovich, OKC se impuso 4-2 a San Antonio Spurs.
Llegaban a la final unos Thunder en velocidad de crucero con Russell Westbrook y Kevin Durant muy a tono contra, del que se hablaba por entonces tras su machada, el (posiblemente) mejor equipo de la historia de la NBA: los Warriors. Pues bien, OKC les arrasó y levantaba furor en unos seguidores del mundo del baloncesto que no acababan de dar crédito como los Thunder lideraban 3-1 la eliminatoria y estaban a punto de "cargarse" al titán del siglo. Al final por unas cosas y otras, como actuaciones memorables de Thompson en el sexto y clave partido con 60 puntos en el Chesapeake Arena y luego una mala recta final de estos en Oracle que fue aprovechada por los de la bahía, sentenció a los de Oklahoma que se quedaron al borde del hito. Luego los Warriors más adelante fueron protagonistas de otro hecho histórico de las finales, pero en negativo. Se "rieron" de OKC por haber perdido una ventaja de 3-1 y luego ellos mismos vieron en primera persona como LBJ y los Cavs les levantaban su 3-1 y dejaron su récord sin anillo. Pero OKC ya era aquella respetada franquicia, la que podría haber tenido un futuro completamente diferente si hubieran llegado ese año a eliminar a Golden State.
Hasta que claro, KD decidió "traicionar a la franquicia, a los aficionados y a la propia ciudad de Oklahoma" uniéndose ese mismo verano a los Warriors. Todo un gesto de cobardía para ganar su ansiado anillo por la vía rápida... ¿Era aquel el final de los prolíficos Thunder?
Ni de lejos. Westbrook lejos de querer buscar una salida, renovó su contrato automáticamente al salir el alero y se quedó liderando al equipo durante la siguiente temporada consiguiendo meter a un equipo (también sin Ibaka) muy regulero en los PO y consiguiendo el MVP de la temporada tras igualar otro de esos récords que parecían inigualables: acabar la temporada promediando triple-doble. Y además lo hizo tres años seguidos. Ahí es nada.
El siguiente verano, no fue Westbrook, sino la mayor arma escondida y conocida por muchos que tienen los Thunder: Sam Presti. El GM se convirtió en estrella en verano del 2017 incorporando (aún no sabemos como) a Paul George desde los Indiana Pacers y, a por entonces uno de los grandes codiciados, como era Carmelo Anthony que por fin iba a salir de los nocivos Knicks. Y no fue para jugar con LeBron James ni con los Warriors ni con ningún otro equipo, lo cogió Presti y le puso en OKC. Así como que no quiere la cosa. Los Thunder al empezar esa temporada ya estaban otra vez en primera línea de fuego (y expectativas) y a ser el equipo a seguir y batir. No cabían épocas de tankin' ni vuelta tras una década a las últimas plazas. OKC era una de las fieras del Salvaje Oeste.
Pero este último proyectó fracasó. Carmelo Anthony no estuvo ni a la mitad de la altura de lo que se esperaba de él y comenzó su descenso a los infiernos en lo que puede ser una de las mayores caídas en picado de una absoluta superestrella que yo recuerde. E, incluso, que hayamos visto nunca. En un solo año paso de dicho rango a.. ¡No tener equipo! Aunque ahora parece que tras la oportunidad que se le fue ofrecida hace algún mes atrás en el equipo de Portland se está manteniendo a flote aunque a años luz de ese jugador por el que suspiraba media liga. Paul George, por su parte, sin decepcionar, si que no llegó a alcanzar su mayor nivel por leves lesiones que se lo impedían. Una caída de 4-2 contra los Jazz (un equipo menor) frustró en un solo año este nuevo (y esperanzador) proyecto de los de Oklahoma. Pero lejos de tirar todo a la basura y dar al "reset", Paul George se quedó y se operó aquel verano para llegar a su segundo año como una auténtica moto. Los Thunder del año pasado hacían recordar por momentos a los tiempos de Durant y Westbrook. Se había encontrado aquel preciado alero que hacía olvidar al gran KD. Tras una excelente temporada, aunque con algún que otro barajuste por medio, nuevamente OKC volvió a defraudar en PO donde cayó, esta vez, contra los Blazers de Damian Lillard de manera bochornosa y dando pie a uno de los momentos (y actuaciones) más memorables que se recuerdan en los últimos años. Ese partido de Lillard...
Por lo cual, llegamos a el verano del año pasado (2019) donde un día los seguidores de OKC nos levantamos con la terrible noticia: PG13 había firmado con los Clippers. Otra vez Westbrook solo contra el peligro (como la famosa película y obra maestra del cine y del western dirigida por Fred Zinnemann). Aunque Sam Presti no quería cometer los mismos errores del pasado y esta vez si quería hacer una gran "bola de papel" con el equipo y tirarlo todo a la basura para volver a empezar. Para ello acordó traspasar a número 0 a un equipo que tuviera el nivel para luchar por el campeonato que Russell siempre ha buscado con más ganas, me atrevería a decir, que nadie. Los Houston Rockets, finalmente fueron su destino. También salieron otros jugadores como Jerami Grant hacia Denver (jugador clave la anterior temporada). Ahora sin PG, sin Russell Westbrook el emblema de la franquicia desde su fundación... ¿Que iba a pasar?¿Era el fin de los Oklahoma City Thunder, ahora sí?
NI DE COÑA.
Sam Presti, volvió a poner ese "nombre feo" encima de la mesa para revolucionar la liga, pero de un modo nunca antes visto. Empezó a traspasar jugadores por otros buenos, pero sobre todo, intentando acumular primeras rondas del draft. Logró cambiar a PG por Shai el joven y prometedor ex-base de los Clippers y rondas del draft. A Westbrook por Chris Paul (con un valor de mercado mermado por su mala experiencia jugando para los Rockets) y rondas del draft. Lo mismo con Grant, Patterson,etc. OKC se encontraba con un equipo plagado de jóvenes talentos, dirigidos por un veterano cuya función sería la de ayudar a estos a crecer como jugadores. Se esperaba un tankin' en la presente temporada. Bajo la filosofía de si vamos a reconstruir, vamos a reconstruir. Inteligentísimo ahí el maestro Presti.
Pues bien, tras cuatro primeros partidos perdidos (0 de 4) OKC ya dejaba buenas sensaciones. Desde Noviembre hasta el All-Star, ¡Oklahoma había sido uno de los tres mejores equipos de la liga! Jugando y ganando mejor que nunca, incluso, que en la historia de la franquicia. Con un Chris Paul alcanzando su nivel de MVP por el que tanto se le temía en sus primeros años en la liga, o prácticamente hasta su llegada a Rockets. Con Shai y Schoeder llevando las riendas del equipo. Unos Thunder jugando con tres bases, eh. Ojo. Así como otros jugadores a gran nivel: Adams, Gallinari (encontrando un nivelazo), Dortz (joven defensor atlético), etc. Y con un Billy Donovan desde la banda dirigiendo y componiendo un equipo que ha llegado a los PO siendo ¡5º, empatado a victorias y derrotas con el 4º! Ni el tankin' ha conseguido secar a OKC y hacerlo un equipo mediocre.
Actualmente (a 29 de agosto de 2020 cuando escribo esto) la serie después de empezar perdiendo 2-0 contra los Rockets, OKC ha conseguido empatarla y ponerse 2-2. Ya ha ganado más partidos en PO que el año pasado, por ejemplo, cuando se le consideraba como uno de los máximos aspirantes.
Esta franquicia puede no tener el campeonato que muchas veces ha acariciado, pero lo que está claro es que es uno de los grandes equipos; uno de los más competitivos con más garra y una de las organizaciones que más en serio van de toda la NBA. Esto no solo es positivo para cualquier cosa sino que además todo apunta a que "de haber un periodo de reconstrucción" porque no olvidemos, de nuevo, que OKC está en el primer año de una reconstrucción, va a ser breve. Será un imán para estrellas incómodas en sus equipos o que busquen irse a equipos que siempre estén en la pugna por el anillo. Todo ello sin obviar que los Thunder estarán "pescando" en primera ronda durante muchos años. O, que puede utilizar todos esos "picks" para obtener otros jugadores. Así pues, no lo solo es lo que ya tiene, sino lo que tendrá, lo que podría tener y el abanico de posibilidades a su favor con el que cuenta para acabar la reconstrucción, de hacer falta porque aún no sabemos hasta donde llegarán en los PO de 2020. OKC ha mostrado cual es el camino a seguir para reiniciar una franquicia. A partir de ahora, ello se hará de esta manera.
No podemos predecir, por lo cual, cuando OKC se hará con su anillo (si es que alguna vez llega a lograrlo) pero lo cierto es que las probabilidades reales están ahí mismo a la vuelta de la esquina y cualquier estrella como por ejemplo un Kawhi Leonard insatisfecho por un proyecto fallido en la franquicia angelina podría recalar perfectamente en los Thunder que automáticamente se convertirían en aspirante al campeonato. O cualquier símil que se les ocurra a ustedes. ¿Qué opinan?
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