Santos Trinidad en 'No Habrá Paz Para Los Malvados' (2012, Enrique Urbizu)
El gran José Coronado interpretando a este hijo de satán. Un policía corrupto que está hasta los tímpanos de su profesión y del tener que lidiar con necios a diario; y una buena noche de borrachera absoluta decide liarla parda en un club nocturno a poquito que le prenden la mecha. Con una extremada sordidez y aspereza, consecuentemente, acaba destapando un asunto muy mayor de terrorismo y que da pie a toda la trama posterior de la película. Ganó el Goya a mejor actor y a mejor película.
Ángel en Todo Por La Pasta (1991, Enrique Urbizu)
Si hay algo que domina el director bilbaíno es el hecho de crear personajes bravucones y desbocados, que no se andan con tonterías y que en cualquier momento la pueden liar parda por cualquier cosa que interfiera con sus santos bemoles. Nada más allá de eso, aquí el personaje de un imperial Antonio Resines interpreta a este buen elemento de poli, no corrupto, sino más bien un 'interpretador propio' de la ley. Una especie de bomba con patas al que acercarse a cualquier situación medianamente acalorada le puede hacer saltar por los aires como pura nitroglicerina. Se abría paso a guantazo limpio y con tácticas completamente amorales en sus investigaciones. Si le toca el caso a él, el delincuente debería salir corriendo.
Pike Bishop en Grupo Salvaje (1969, Sam Peckinpah)
Al igual que esa actitud tan bravucona del propio Sam Peckinpah, Pike Bishop (en uno de los mejores papeles de la carrera del mítico William Holden, que no es poco decir) es ese líder del grupo de forajidos que protagoniza la obra maestra que es 'Grupo Salvaje' y que cansados de huir, pertenecientes ya un cercano, cada vez más, mundo moderno que les está pasando por encima, donde la lealtad, el respeto y la amistad entre ellos es lo único que les queda como parte de ese antiguo mundo de donde vienen y del que ya no pueden escapar. Así pues, cada vez que vemos esa mirada cansada en los ojos del propio Pike, podemos intuir que se va a liar parda. Ellos mismos son los que eligen la manera de morir y no se van a dejar acorralar por la modernidad, ni por cualquiera que les intente pisotear sus propios principios.
"Jefe de Policía" Hank Quinlan en Sed De Mal (1958, Orson Welles)
Posiblemente, el origen más claro de este tipo de personaje se encuentre en el jefe de policía que interpretaba Orson Welles en 'Touch of Evil'. Un elemento total que estaba dispuesto, no a saltarse las reglas del juego, sino a imponer su reglamento propio sobre la marcha. Lo absolutamente capaz de cualquier táctica por discutible que fuera para salirse con la suya, no le hacen sino un personaje fascinante a la par que despreciable y temible por su gran realismo y frialdad. Un tipo de los que se las saben todas y al que no vas a engañar fácilmente, pero a la vez, con el que empatizamos de un modo u otro. Aunque, en su estética y manera de ser, quede bastante claro que está muy quemado, y que eso de tocarle la moral, no es buena idea.
Alonzo en Training Day (2001, Antoine Fuqua)
Matt Graver y Alejandro en Sicario I y II (2015/2018, Dennis Villeneuve/Stefano Sollima)
Los tipos a los que manda la agencia americana cuando la cosa se pone fea. Dos tipos completamente amorales y capaces de cualquier cosa por cumplir la misión que les ha sido encomendada. Con un sentido muy interesante de la lealtad y el respeto. Uno de ellos, el de Benicio del Toro, pura dinamita que puede incendiar México entero o, a todo el que se ponga por medio, con tal de fastidiar al que alguna vez le fastidió. Vamos, que es un tío con más frialdad que el hielo en un mundo tremendamente oscuro. Algo así como un sicario público, y capitaneado por Matt Graver.
Bradley Thomas en Brawl in Cell Block 99 (2017, S. Craig Zhaler)
Otro que se adaptaría, perfectamente, al molde de toro bravo. Un tío al que no le quedaba nada más que perder. Condenado a vagar por el infierno carcelario americano pero con una deuda pendiente, a la vez: que no hagan pagar a su familia por sus propios pecados. Cuando esto ocurre de cierto modo, es capaz de ir de cárcel en cárcel a cada cual más chunga inflando a puñetazos a cada funcionario de estas. Y, créanme, nunca han visto mandobles que duelan como duelen aquí. Un bicho incontrolable que bien te puede dar una tunda con una chancla como arrastrarte el cráneo por todo el suelo de la prisión. Mejor dejarlo en paz.
Bud White en L.A. Confidential (1997, Curtis Hanson)
Otro animal de bellota; absolutamente incontrolable con la violencia más primitiva como método operativo. Esta vez no sería caso de poli corrupto, pero si ejecutor de "métodos no propios de Hawai 5.0.". Todo un elemento al que por momentos consigue dejar al Máximo de Gladiator (sí aquel que recorre las arenas de la Antigua Roma) como una niñita de 5 años jugando el día de Navidad.
Jake LaMotta en Toro Salvaje (1980, Martin Scorsese)
Absolutamente volado de la cabeza e inestable, convertido en pura dinamita de la que salta por los aires en cuanto oses llevarle medianamente la contraria. Es capaz de inflarte a guantazos por ello, incluso a su propio hermano. Cuidadito con él. Un tipo que no puede escapar de la espiral de violencia en la que está envuelto continuamente, así como en constante caída a los infiernos, a su vez. Protagonista de una de las escenas más impactantes de la historia del cine cuando es encerrado en prisión y empieza a golpear la pared como si fuese un saco de boxeo a cuan animal en cautiverio.
Ripley en Aliens: El Regreso (1986, James Cameron)
Toros bravo, no implica necesariamente a solo hombres, aquí el más claro de los ejemplos de que pasa si a una mujer le tocas los ovarios profundamente como hace el alien con la teniente Ripley. Nadie se mete con ella, si no quieres sufrir la ira en tus propias carnes, o en la coraza alienígena (como sería en este caso). Es capaz de meterse ella sola a un nido de monstruos, que bien podrían aniquilar a cualquier ser del Planeta Tierra sin despeinarse, con tal de rescatar a la niña de la película (en una muestra de la maternidad perdida) equipada con una especie de lanzallamas muy tocho y molón para llevarse por delante todo bicho y huevo que pille. Una cebada para el espectador.
Una selección de diez (incluyendo una pareja) personajes, toros bravos, que bajo mi punto de vista considero imprescindibles y los que a mí más me han hecho emocionarme. Seguramente, no, fijo que me dejo muchísimo que no haya visto aún (ojalá) y otros tanto, que de un modo u otro, se hayan quedado fuera de la lista. Por ejemplo: cualquier personaje de las películas de Sam Peckinpah, podría ser objeto de ser incluido aquí. Fíjense en la dificultad de la inclusión.
Espero que les haya gustado, y si alguien quiere aportar, en los comentario tiene lugar el sitio ideal para ello. Nos podemos echar unas buenas risas y descubrir alguna que otra joya.
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