lunes, 31 de agosto de 2020

Oklahoma City Thunder: el rostro del "Salvaje Oeste"



Quizá debería haber añadido en la descripción del blog algo sobre deportes. Dado que no es mi temática preferida, y cada vez menos con los años, la NBA si que es algo que me apasiona seguir por el nivel de competitividad que concentra y lo dinámica que es: cambia a una velocidad similar a lao que sería si estableciésemos un paralelismo con como lo hace el mundo en sí mismo y las civilizaciones más avanzadas; así como también por lo entretenida e impredecible que me resulta. Olviden la espectacularidad de algunas de sus jugadas. Eso no es lo que me llama personalmente la atención. Es más, mi parte menos favorita es todo lo que concierne entorno al finde semana de las estrellas (el 'All Star-Weekend').

Y, como fiel seguidor de la liga, desde mis inicios, mi equipo de referencia y al que más me ha interesado seguir la pista, hasta acabar de alguna manera enganchado a él ha sido, como ven, OKC Thunder. El, cuando llegué, equipo de Kevin Durant, Russell Westbrook y Serge Ibaka (también de un "young-Harden"). Y, es precisamente de esta franquicia, de lo que vengo a hablar en la entrada de hoy.

KD durante los tres tiros libre de RW en el agónico final del GAME 5 contra los Clippers en los PO 2014. Momento inolvidable. Imagen para el recuerdo en el Cheakespeare Arena.

OKC Thunder que fue el cambio de la legendaria franquicia de los Seattle SuperSonics a la ciudad de Oklahoma en el año 2008 donde ya contaba con Durant desde el año anterior y que junto a la llegada de Westbrook en el draft del 2008, James Harden en el de 2009 (más Serge Ibaka en 2008, aunque militó en la franquicia a partir de 2009) lograron componer una de las grandes dinastías de la última década en el baloncesto americano. Jugadores jóvenes y con un descomunal talento que eran centellas en la pista de baloncesto, jugando con una alegría y dominio que a muchos pensaban que probablemente fuera a marcar durante años venideros la tendencia a seguir en la liga. En 2012 ya habían alcanzado las finales de la NBA donde desafortunadamente no pudieron impedir que LeBron James consiguiese su primer anillo jugando en los todopoderosos Miami Heat (junto a Wade, Chris Bosh y Ray Allen).



Las sucesivas (y graves, muchas veces) lesiones de un Russell Westbrook absolutamente bestial, que jugaba sin conocimiento alguno y que estaba totalmente descontrolado gafaron más de una vez las posibilidades de los truenos de Oklahoma de alcanzar la gloria en los Playoffs. Aunque luego después de la marcha de Kevin Durant, el base ha sabido sentar la cabeza y erigirse como un auténtico líder capaz de guiar a un equipo a una gran marcha durante la temporada. 

El caso era que OKC era siempre aquel equipo que nunca acababa de ser el favorito pero que podía ganar a cualquiera que se le pusiera en medio sin pestañear y con la mayor de las solvencias. Quizá siempre les falto la regularidad y consistencia necesaria de un equipo campeón. Así como administrar mejor el balón en los minutos finales de partido y ganar por juego colectivo más que por mero talento.

En los PO del 2016, año donde OKC en RS (temporada regular) no había estado al nivel que acostumbraba. Algo por debajo debido a unas cosas y otras. Un KD tocado del pie y con Westbrook que al principio empezó con una lesión de muñeca. Ambos llegaron a PO. Era el año en el que los Golden State Warriors de Stephen Curry, Klay Thompson y Draymond Green habían conseguido lo que parecía imposible: batir el 72-10 de los Chicago Bulls de (DIOS) Michael Jordan, con un 73-9. Todo hacía pensar que nadie podría ni toserlos ese año. Se clasificaron, efectivamente hasta la final de conferencia arrollando a sus rivales (4-1 a los Rockets y 4-1 a los Blazers). Por su lado, los Thunder casi contra pronóstico acabaron con los Mavs (4-1) y, después en segunda ronda apasionante y, con el recién llegado Billy Donovan dando un repaso táctico a más ni menos que a uno de los grandes entrenadores jefes de la historia como era Greg Popovich, OKC se impuso 4-2 a San Antonio Spurs.



Llegaban a la final unos Thunder en velocidad de crucero con Russell Westbrook y Kevin Durant muy a tono contra, del que se hablaba por entonces tras su machada, el (posiblemente) mejor equipo de la historia de la NBA: los Warriors. Pues bien, OKC les arrasó y levantaba furor en unos seguidores del mundo del baloncesto que no acababan de dar crédito como los Thunder lideraban 3-1 la eliminatoria y estaban a punto de "cargarse" al titán del siglo. Al final por unas cosas y otras, como actuaciones memorables de Thompson en el sexto y clave partido con 60 puntos en el Chesapeake Arena y luego una mala recta final de estos en Oracle que fue aprovechada por los de la bahía, sentenció a los de Oklahoma que se quedaron al borde del hito. Luego los Warriors más adelante fueron protagonistas de otro hecho histórico de las finales, pero en negativo. Se "rieron" de OKC por haber perdido una ventaja de 3-1 y luego ellos mismos vieron en primera persona como LBJ y los Cavs les levantaban su 3-1 y dejaron su récord sin anillo. Pero OKC ya era aquella respetada franquicia, la que podría haber tenido un futuro completamente diferente si hubieran llegado ese año a eliminar a Golden State. 

Hasta que claro, KD decidió "traicionar a la franquicia, a los aficionados y a la propia ciudad de Oklahoma" uniéndose ese mismo verano a los Warriors. Todo un gesto de cobardía para ganar su ansiado anillo por la vía rápida... ¿Era aquel el final de los prolíficos Thunder?

Ni de lejos. Westbrook lejos de querer buscar una salida, renovó su contrato automáticamente al salir el alero y se quedó liderando al equipo durante la siguiente temporada consiguiendo meter a un equipo (también sin Ibaka) muy regulero en los PO y consiguiendo el MVP de la temporada tras igualar otro de esos récords que parecían inigualables: acabar la temporada promediando triple-doble. Y además lo hizo tres años seguidos. Ahí es nada.



El siguiente verano, no fue Westbrook, sino la mayor arma escondida y conocida por muchos que tienen los Thunder: Sam Presti. El GM se convirtió en estrella en verano del 2017 incorporando (aún no sabemos como) a Paul George desde los Indiana Pacers y, a por entonces uno de los grandes codiciados, como era Carmelo Anthony que por fin iba a salir de los nocivos Knicks. Y no fue para jugar con LeBron James ni con los Warriors ni con ningún otro equipo, lo cogió Presti y le puso en OKC. Así como que no quiere la cosa. Los Thunder al empezar esa temporada ya estaban otra vez en primera línea de fuego (y expectativas) y a ser el equipo a seguir y batir. No cabían épocas de tankin' ni vuelta tras una década a las últimas plazas. OKC era una de las fieras del Salvaje Oeste.


Pero este último proyectó fracasó. Carmelo Anthony no estuvo ni a la mitad de la altura de lo que se esperaba de él y comenzó su descenso a los infiernos en lo que puede ser una de las mayores caídas en picado de una absoluta superestrella que yo recuerde. E, incluso, que hayamos visto nunca. En un solo año paso de dicho rango a.. ¡No tener equipo! Aunque ahora parece que tras la oportunidad que se le fue ofrecida hace algún mes atrás en el equipo de Portland se está manteniendo a flote aunque a años luz de ese jugador por el que suspiraba media liga. Paul George, por su parte, sin decepcionar, si que no llegó a alcanzar su mayor nivel por leves lesiones que se lo impedían. Una caída de 4-2 contra los Jazz (un equipo menor) frustró en un solo año este nuevo (y esperanzador) proyecto de los de Oklahoma. Pero lejos de tirar todo a la basura y dar al "reset", Paul George se quedó y se operó aquel verano para llegar a su segundo año como una auténtica moto. Los Thunder del año pasado hacían recordar por momentos a los tiempos de Durant y Westbrook. Se había encontrado aquel preciado alero que hacía olvidar al gran KD. Tras una excelente temporada, aunque con algún que otro barajuste por medio, nuevamente OKC volvió a defraudar en PO donde cayó, esta vez, contra los Blazers de Damian Lillard de manera bochornosa y dando pie a uno de los momentos (y actuaciones) más memorables que se recuerdan en los últimos años. Ese partido de Lillard...

Por lo cual, llegamos a el verano del año pasado (2019) donde un día los seguidores de OKC nos levantamos con la terrible noticia: PG13 había firmado con los Clippers. Otra vez Westbrook solo contra el peligro (como la famosa película y obra maestra del cine y del western dirigida por Fred Zinnemann). Aunque Sam Presti no quería cometer los mismos errores del pasado y esta vez si quería hacer una gran "bola de papel" con el equipo y tirarlo todo a la basura para volver a empezar. Para ello acordó traspasar a número 0 a un equipo que tuviera el nivel para luchar por el campeonato que Russell siempre ha buscado con más ganas, me atrevería a decir, que nadie. Los Houston Rockets, finalmente fueron su destino. También salieron otros jugadores como Jerami Grant hacia Denver (jugador clave la anterior temporada). Ahora sin PG, sin Russell Westbrook el emblema de la franquicia desde su fundación... ¿Que iba a pasar?¿Era el fin de los Oklahoma City Thunder, ahora sí?

NI DE COÑA.

Sam Presti, volvió a poner ese "nombre feo" encima de la mesa para revolucionar la liga, pero de un modo nunca antes visto. Empezó a traspasar jugadores por otros buenos, pero sobre todo, intentando acumular primeras rondas del draft. Logró cambiar a PG por Shai el joven y prometedor ex-base de los Clippers y rondas del draft. A Westbrook por Chris Paul (con un valor de mercado mermado por su mala experiencia jugando para los Rockets) y rondas del draft. Lo mismo con Grant, Patterson,etc. OKC se encontraba con un equipo plagado de jóvenes talentos, dirigidos por un veterano cuya función sería la de ayudar a estos a crecer como jugadores. Se esperaba un tankin' en la presente temporada. Bajo la filosofía de si vamos a reconstruir, vamos a reconstruir. Inteligentísimo ahí el maestro Presti.

Pues bien, tras cuatro primeros partidos perdidos (0 de 4) OKC ya dejaba buenas sensaciones. Desde Noviembre hasta el All-Star, ¡Oklahoma había sido uno de los tres mejores equipos de la liga! Jugando y ganando mejor que nunca, incluso, que en la historia de la franquicia. Con un Chris Paul alcanzando su nivel de MVP por el que tanto se le temía en sus primeros años en la liga, o prácticamente hasta su llegada a Rockets. Con Shai y Schoeder llevando las riendas del equipo. Unos Thunder jugando con tres bases, eh. Ojo. Así como otros jugadores a gran nivel: Adams, Gallinari (encontrando un nivelazo), Dortz (joven defensor atlético), etc. Y con un Billy Donovan desde la banda dirigiendo y componiendo un equipo que ha llegado a los PO siendo ¡5º, empatado a victorias y derrotas con el 4º! Ni el tankin' ha conseguido secar a OKC y hacerlo un equipo mediocre.



Actualmente (a 29 de agosto de 2020 cuando escribo esto) la serie después de empezar perdiendo 2-0 contra los Rockets, OKC ha conseguido empatarla y ponerse 2-2. Ya ha ganado más partidos en PO que el año pasado, por ejemplo, cuando se le consideraba como uno de los máximos aspirantes.



Esta franquicia puede no tener el campeonato que muchas veces ha acariciado, pero lo que está claro es que es uno de los grandes equipos; uno de los más competitivos con más garra y una de las organizaciones que más en serio van de toda la NBA. Esto no solo es positivo para cualquier cosa sino que además todo apunta a que "de haber un periodo de reconstrucción" porque no olvidemos, de nuevo, que OKC está en el primer año de una reconstrucción, va a ser breve. Será un imán para estrellas incómodas en sus equipos o que busquen irse a equipos que siempre estén en la pugna por el anillo. Todo ello sin obviar que los Thunder estarán "pescando" en primera ronda durante muchos años. O, que puede utilizar todos esos "picks" para obtener otros jugadores. Así pues, no lo solo es lo que ya tiene, sino lo que tendrá, lo que podría tener y el abanico de posibilidades a su favor con el que cuenta para acabar la reconstrucción, de hacer falta porque aún no sabemos hasta donde llegarán en los PO de 2020. OKC ha mostrado cual es el camino a seguir para reiniciar una franquicia. A partir de ahora, ello se hará de esta manera.

No podemos predecir, por lo cual, cuando OKC se hará con su anillo (si es que alguna vez llega a lograrlo) pero lo cierto es que las probabilidades reales están ahí mismo a la vuelta de la esquina y cualquier estrella como por ejemplo un Kawhi Leonard insatisfecho por un proyecto fallido en la franquicia angelina podría recalar perfectamente en los Thunder que automáticamente se convertirían en aspirante al campeonato. O cualquier símil que se les ocurra a ustedes. ¿Qué opinan?




viernes, 21 de agosto de 2020

Assassin's Creed: Odyssey y porqué Ubisoft es la distribuidora de la generación



A raíz de pegarme los últimos meses jugando 'Assassin's Creed: Odyssey' -y junto a otras experiencias con títulos de la misma compañía en la presente generación de consolas- he llegado a la conclusión que la compañía de la década, y por ende, de la presente y actual generación de consolas (PS4 y XBOX One) es Ubisoft.

Esto se debe, primordialmente, no a la calidad punta de sus títulos lanzados sino más bien al como ha sabido estudiar y adaptarse a los moldes de un mercado en auge cada año (aquí): interpretar la demanda, lo que quería el consumidor (definido en este caso como el jugador). Las campañas de marketing también han sido brillantes. Estimulando perfectamente el deseo de necesidad de hacerse con el nuevo lanzamiento de turno de la distribuidora cuando realmente sabías lo que te ibas a ir encontrando. Y es precisamente en este último punto donde pretendo poner el énfasis de esta entrada. Así como también por parte de la oferta a la hora de lanzar sus títulos en flechas claves y muy bien estudiadas que han resultado grandes éxitos de ventas (aquí).

Ubisoft, compañía fundada por cinco hermanos en 1986 en el norte de Francia para la distribución de videojuegos, hace gala de un modelo de negocio admirable y muy inteligente que, como ya hemos mencionado, hace que todos sus lanzamientos sean grandes éxito de ventas. Así como, una manera de crear títulos anuales (incluso varios al año) de categoría triple A de la que pocos pueden presumir. Pero, lógicamente, hay truco en la ecuación. Y es que la distribuidora de origen francés es una auténtica máquina de captar las ideas originales más novedosas presentes en los proyectos de otras compañías, y hacerlas suyas propias. Puede ser por ello un poco de jeta, pero también son notablemente habilidosos. Porque lo cierto es que todo lo que hacen se siente muy suyo.

Un ejemplo muy claro es The Witcher III, el videojuego desarrollado por CD Proyect, el estudio polaco que ha sido saqueado, no solo por "Ubi" sino por infinidad de compañías: Guerrilla Games (en Horizon Zero Dawn) o Sucker Punch (Ghost of Tsushima). Ubisoft ha cogido prácticamente la idea al completo del juego de Gerarlt De Rivia y ha hecho la "remodelación" de la saga de los asesinos en torno a ella desde el, para mí, genial (especialmente en cuanto a diseño de arte) 'Assassin's Creed: Origins'. La cosa es que en ningún momento en el que controlas a Bayek (Origins) o a Kassandra/Alexios (Odyssey) tienes la sensación de estar jugando 'The Witcher III' de nuevo, aunque sabes que sí. Es prácticamente lo mismo. Pero es precisamente ahí donde Ubisoft hecha sus polvitos mágicos y lo hace completamente suyo. Sigue teniendo su pura esencia y lo adapta a sus preferencias e intereses. Normalmente buscando más el arcade para llegar a un mayor público y ser menos excluyente. Es todo un reto gamer encontrar de que otros videojuegos ha bebido (por no decir saqueado) el juego de Ubisoft al que juegues en cada momento.

En el caso concreto de Odyssey, y aprovechando para hablar un poco sobre lo que me ha parecido el videojuego, que como digo ha ocupado (y lo sigue haciendo) parte de mi tiempo vacacional en tiempos de pandemia, con nada más y nada menos que unas (casi) 75 horas de partida cuando escribo esto. Al final es casi lo mismo, e incluso peor, en determinadas facetas (como la artística) que Origins al cual le metí el año pasado por estas mismas fechas, entorno a 63-65 horas. Pero da igual, te apetece jugar y perderte nuevamente en el mundo que la gente del juego te propone y como han visionado la Antigua Grecia o la localización histórica de turno que toque. El sistema de combate actualizado y con muchas nuevas opciones que se distancia plenamente del anterior logran, al igual, una (misteriosa) sensación de aire fresco y lo tornan en interesante y en re-adaptativo, es decir, te tienes que volver a acostumbrar a jugar.



Aunque su mayor virtud consiste en el personaje de Kassandra, el cual es el mejor de la saga holgadamente, a pesar de estar por ahí el mito de Ezio Auditore (y con el que volví a vivir su aventura de nuevo durante la cuarentena en primavera). Imaginen, pues, las dimensiones que ofrece esa chica en esta entrega del club de asesinos. Pero que la propia Kassandra sea la virtud del título, no implica necesariamente que la trama/historia del juego sea también buena o merezca la pena. Porque rotundamente NO. La historia es muy flojita en su planteamiento y propuesta inicial con una nula riqueza de contenidos más allá de hablar sobre el pisoteado tema por el cine actual de los pecados del padre y la importancia de la familia, pero sin aportar nada nuevo a esa visión ni darle ninguna vuelta de tuerca. Es más, da la sensación de que es una excusa argumental para iniciar la toda la trama e incluirte las nuevas mecánicas jugables, como lo de destapar miembros de una especie de culto (secta) de los que Kassandra buscará vengarse por estar al parecer "implicados en su vida" (para evitar spoilers). Aunque en el fondo es eso, ¡Otra! historia de venganza. Historia además que se queda en la finalización de su trama principal (momento en el que salta el trofeo de oro) a medias. Literal. No les cuento el porqué dado que es mejor descubrirlo por ustedes mismos. No teman, pues eso no hace que el videojuego no merezca la pena ser jugado. No. Es más, es muy recomendable para quien le guste la saga y jugar a algo sin dejarse la vida ni invertir demasiado tiempo en aprender a jugar, ni nada parecido (como pasa en los juegos de FromSoftware, de los que por cierto también coge muchos elementos). Si quiere un mayor desafío basta con ponerlo en difícil (como en mi caso) y ofrece un grado de dificultad satisfactorio para los busca-retos sin llegar a ser demasiado "chungo". (más completo aquí)

Luego tiene cosas secundarias como lo del Culto que comentaba antes, atalayas, descubrir regiones en un mapa (de nuevo) descomunal, un sistema de mercenarios que son algo así como unos super guerreros que te van buscando por el mapa y que se tornan en frenéticas batallas en cualquier momento, misiones secundarias, misiones secundarias especiales o, mi favorita, peleas contra bosses mitológicos (cíclopes, medusas,etc.). Esto última me hace pensar que también han cogido del nuevo 'God of War'.

Otros juegos de la compañía: 'Watch Dogs', 'The Division', 'Ghost Recon', etc. Son otros ejemplos de juegos triple A, también 'Far Cry', de la compañía durante esta generación donde se han comercializado fácilmente y aunque seguramente ninguno de ellos perdure en el imaginario colectivo durante demasiado tiempo, si que han recibido buenas críticas de la prensa y acogida de los jugadores. E, incluso, en el caso de Assassin's Creed ha servido para ya percibir la saga como los dos últimos juegos lanzados. Los anteriores han quedado de pronto como francamente envejecidos. Es por todo ello, por lo que considero a Ubisoft como la compañía más prolífica de la generación. No en cuanto a éxito ni quizá ni incluso a ventas ya que no sé exactamente los datos oficiales de Sony ni de Rockstar, entre otras. pero lo que si se me queda es la sensación de que es la que más a hecho con menos. Sin ideas realmente originales propias que hayan contribuido al avance del lenguaje del videojuego ni del sector en sí mismo, a pesar de la satisfacción (en general) de todos. Y lo mejor de todo, es que ni yo mismo sabría decir si esta entrada es crítica o alabanza hacia la distribuidora francesa. ¿Ustedes que opinan?

miércoles, 12 de agosto de 2020

Las taquillas y como medir adecuadamente el impacto de cada película

Aquel recuerdo cuando de chaval escuchaba conversaciones sobre ‘Titanic’, el halo que me invadía acerca de la obra de James Cameron era algo así como LA película; la que todos habían visto, con la que no podías ni acercarte al mundo del cine si no habías pasado tres horas un sábado por la tarde cualquiera en el salón de casa viendo como DiCaprio le decía muy fuertemente “te quiero” a Kate Winslet antes de morir congelado en el mar, tras la tragedia, por amor. No iban desencaminados, pues dicha, se convirtió en su momento en el filme que mayor recaudación total había obtenido hasta la fecha. Tiempo después, de la mano del mismo realizador (absoluto conocedor de como movilizar masas a las salas y asociado de lleno al concepto de visionario y revolucionario tecnológico en el cine) llegaría ‘Avatar’. Hasta mi señor padre, poco proclive hacia el séptimo arte más allá del ameno entretenimiento, traía folletos acerca de una película que supuestamente iba a cambiar nuestras vidas y que debíamos ir a ver toda la familia a modo de evento único e irrepetible. Así fue. Cameron volvió a batir el récord que había poseído anteriormente con ‘Titanic’. Otra cosa que me llamaba intensamente la atención era que cada año que salía otra gran querida: ‘Fast & Furious’, se colocaba con una facilidad pasmosa entre una de las grandes, en lo que a taquilla a escala mundial se refiere con una facilidad pasmosa. Incluso también muchísimas que salían casi anualmente (a partir del 2008) del Universo Cinematográfico Marvel, como ‘Guardianes de la Galaxia’, o cualquier parte de ‘Vengadores’ que iban claramente de manera directa hacia los primeros puestos del ranking taquillero. 

Todo ello me acabó provocando, cada vez más y hasta hace poco, lo que yo denomino como “eco-inquietudes” (ó “ecoinquietudes”, como ustedes prefieran, ya que aún no es término patentado). Y que consiste principalmente en ver el asunto económico que hay tras todo esto y empezar a entrelazarlo con terminología de economistas para enfocarlo hacia un punto de visto muy concreto: medir adecuadamente el impacto que tiene una película en cada momento. Así pues, servidor, siempre llegaba a la misma(s) pregunta(s), que es la que ha sido el principal caldo de cultivo para la creación de esta presunta entrada que trato de escribir y ver la relación que podría guardar (o no) con este par de preguntas: ¿Significa esto que cada vez vamos más al cine y que somos más aficionados a las películas? o, ¿Es que el desarrollo del marketing como elemento central del consumismo muchas veces desbocado manipula nuestra percepción del celuloide, y nos induce a ir más? ¿Se ha convertido el cine en un ascensor de estatus social ahora más que nunca?   Como ven, todas estas preguntas y pretensiones van a servir a la par de trampolín para ir contra del sistema de medición del ranking de taquilla y de explicar un poco la evolución de la asistencia a cines y su recaudación desde la llegada del cine sonoro (el cine mudo podría tener su análisis propio dado que según ciertos puntos de vista hay de quien incluso lo considera tan gran cambio que podría ser considerado como una especie de "otro medio tanto distinto") , que va a ser un poco el elemento central de todo el texto.

Pues parece que, atendiendo a nuestras preguntas formuladas, estas no serían del todo ciertas. De hecho, se ha estado produciendo justo lo contrario. Según los datos de asistencia a los cines elaborados por la MPAA (Motion Picture Association of America) en colaboración con Screen Digest (una empresa de inteligencia y análisis británica) el pico máximo de asistencia a cines se habría producido en 1947 con alrededor de unos 4,7 billones de entradas. A partir de ahí, y con la llegada a los hogares de la televisión y el entretenimiento; la afluencia a cines hasta el inicio de la década de los sesenta sufrió un severo desplome entorno al 78% hasta los 1,4 billones de espectadores del que, “spoiler alert”: ya no volvió a recuperarse al mismo nivel. Y es que aunque el cine logra reinventarse para no caer en el olvido y vuelve a captar el interés de la gente para que siga queriendo ir al cine durante los sesenta, en los setenta vuelve a caer fuertemente hasta que un tal Steven Spielberg con su ‘Tiburón’ (1975) junto con otro de sus “visionarios colegas”, George Lucas y su ‘Guerra de las Galaxias’ consiguen reinventar el cine mainstream creando un concepto, que buenamente puede ser tratado con más énfasis en futuras entradas de este bloc, el Blockbuster. Este concepto es del que el cine de los ochenta se va a servir como eje principal para fabricar una nueva industria que, especialmente, desde finales de la década y ya durante todos los noventa e inicios del siglo XXI, va a permitir al cine coger un balón de oxígeno y entrar durante casi veinte años en una gran tendencia alcista hasta llegar a alcanzar el pico máximo de la serie, desde los máximos históricos alcanzados en el 1947, con aproximadamente unos 1,7 billones de espectadores. Consecuentemente y hasta día de hoy (con datos hasta antes de la pandemia de la COVID-19), se ha vuelto a establecer una nueva tendencia a la baja que dura ya casi más de 15 años (con algún repunte puntual) y, que quién sabe si habrá podido ser de nuevo la televisión, ahora en forma de plataformas de streaming la que esté volvieron a herir (quien sabe también si de muerte) al celuloide. (ver gráfico 1)






Es de interés también mencionar lo que apuntaba, en propio puño y letra M. Pautz, durante los años treinta que es de donde se datan las primeras estadísticas: “In 1930 weekly cinema attendance was 80 million people, approximately 65% of the resident U.S. population. However, in the year 2000, that figure was only 27.3 million people, which was a mere 9.7% of the U.S. population. If one simply considers the raw numbers, that is a steep decline in seventy years, which is more astounding when one considers some of the other circumstances of the times”. (Compara y dice que en los años 30 el 65% de los residentes en EE. UU iban al cine mientras que en el año 2000 tan solo el 9,7% de la población americana). Por lo cual, el Sr. M. Pautz a raíz de esta afirmación parece ser que de manera indirecta también se estaba haciendo la misma pregunta a la hora de concebir su escrito que se plantea al inicio de esta misma entrada. (ver tabla 1)



Así pues, y dejando a un lado apartados los misticismos, parece evidente que la respuesta hacia dichas cuestiones de porqué tantos récords de recaudación en la última década es un tema de precios. O, mejor dicho, de inflación (que es la subida continuada, o tasa de variación de un periodo “t” a otro periodo “t+1” de los precios). Si tomamos el IPC general de EE. UU del periodo 1930-2019 (1982-1984=100) observamos que la inflación habría sido de +1263,42%; o en otras palabras, los precios se habría multiplicado por 13,63. Las entradas de cine, por su parte, en 1930 costaban 0,35 $; mientras que hoy su precio asciende a 9,36 $. Lo que se traduce en una multiplicación de 14,4 veces el precio de 1930 (sin ajuste de inflación). Vemos que el precio de las entradas ha sufrido un aumento ligeramente superior al de la inflación general medida por el IPC. Por lo que, a estas alturas los lectores de este texto estarán pensando que esto es “hacer trampa” y que los precios de las entradas en 1930 no se corresponden con la capacidad adquisitiva de los espectadores por aquella época. Y, es cierto. Por tanto, realizando un ajuste por IPC la cosa quedaría de la siguiente manera (ver gráfico precios entradas). 




¿Cuál es entonces el ‘kit de la cuestión’? Tenemos, por un lado, que si medimos la taquilla de una película por recaudación total hay que tener en cuenta la inflación, y como hemos visto antes, una entrada “ahora” es 14,4 veces más cara que en 1930, por lo que un estudio recauda esa cantidad más por entrada ahora que hace 89 años. Así que parece ilógico o injusto elaborar tal ranking recaudatorio acorde a este cálculo, que es por el que siempre se ha estado haciendo. Entonces, podría ser razonable ajustar estos precios por inflación, y ofrecer los mismos datos de recaudación total pero ajustados de inflación, por lo que seguramente habría modificaciones en las plazas del top. Es en este paso cuando aparece el gran debate de por cual método ajustar los precios; y de porqué ajustar mediante el IPC (que sería quizá lo más intuitivo) puede ser un error. También se puede ajustar por el deflactor del PIB pero este suele tender a sobreestimar precios.


La razón fundamental de porqué estimar el impacto de una película por recaudación total con precios ajustados vía IPC, es que puede ser no demasiado preciso simplemente por hechos tan básicos como la calificación por edades de la película: si va para el público adulto (calificación R) en la cual no pueden entrar menores de manera individual sino es acompañados de un adulto, algo que las grandes producciones “hollywoodenses” tienden a evitar por razones obvias de tener menor porción de población a la que acceder y mayor probabilidad de no rentabilizar la inversión, o por el contrario, si esta se dirige a todos los públicos; lo que ya de por sí permite movilizar a familias enteras a las salas de cine. A lo que pretendo llegar con esto es a que una producción calificada R completamente influyente que haya sido un rotundo éxito de público nunca (o muy difícilmente) va a conseguir estar en los grandes tops de recaudación. Otro factor, que esta vez suele a afectar a ambas y que resta precisión al ajuste IPC, serían la gran multitud de descuentos (quizá cada vez más) que ofrecen, sobre todo, las grandes cadenas de cine para estimular que se llenen las salas, tales como: descuentos por edades; para estudiantes; ofertas con descuentos para palomitas y bebidas, y que acaban disparando el precio total de la asistencia… todos estos datos cuentan a la hora de obtener los precios y, por tanto, para el ajuste IPC. Lo que no es real. Una entrada (estándar) cuesta hoy como hemos visto, 9,36 $. Si se están vendiendo un elevado porcentaje (dependiendo del tipo de película, menor por pura estadística, a medida que la calificación por edad aumenta) de entradas con algún tipo de descuento presente, la recaudación total acabará mermando y siendo inferior. Así pues, teniendo esto en cuenta, ya tenemos otro motivo más por el que este método de estimación para medir la taquilla es incorrecto.

Otro tema por el cual he pasado ligeramente y de puntillas, es el tema de población (ver gráfico total población EE. UU). Si antes se ha hecho mención a la gran parte de la población que solía acudir en masa a las salas del celuloide, en los años 30 y hasta antes de la llegada del televisor, hay que tener en cuenta que la población de EEUU hace unos 90 años era menor que ahora. ¿Cuánto? Veamos datos (ver gráfico): en 1930 la población estadounidense en datos oficiales era de 123.002.624 personas, mientras que hoy día (2020 antes de la COVID-19) es de 331.002.651 personas, un aumento del 168,7% desde entonces; es decir, se ha multiplicado por 2,7. Si entonces asistían a los cine entorno al 65% de residentes equivaldría (aprox) a unos 80 millones de personas, y ahora si sabemos que solo asisten anualmente cerca del 9,7% serían (aprox) 32 millones de personas. Observamos, por lo cual, un gap de alrededor de 48 millones de personas que han dejado de acudir a los cines; a pesar del más que considerable aumento de la población. Esto nuevamente vuelve a chirriar con los tops de taquilla más actuales y el que grandes superproducciones de este siglo tengan “cierta facilidad” para ocupar las primeras planas de los rankings de recaudación total. En definitiva, este sería el enésimo motivo por el cual volvería a poner en jaque el método de valoración de impacto de películas.


Por tanto y en definitiva para ir concluyendo este personal (pero objetivo en datos) análisis sobre el error que cometen compañías productoras y analistas de taquilla a la hora de valorar el ya mencionado impacto de una película en la cultura popular, desde el punto de vista de medirlo en número de espectadores totales que la hayan visto en cines, queda claro que no queda reflejado (ni de lejos) de una manera adecuada y precisa midiéndolo por la recaudación total obtenida. Y aquí, quiero detenerme y extraer conclusiones. Como hemos visto párrafos más arriba cuando hablábamos del potencial error y pérdida de precisión en el que se caía ajustando por inflación las cifras de recaudación total mediante el uso del IPC, se puede llegar a la conclusión que de utilizar (como se utiliza) la recaudación total como sistema de medición; es mejor utilizarlo sin ajustar que ajustando, ya que de esta última forma seguramente sea víctima de grandes imprecisiones y depende también, en gran medida, de otros factores de difícil medición (descuentos, calificaciones por edades, etc). Así pues y como resultado final de la idea que estoy intentando transmitir al lector de esta entrada es que el sistema de medición realmente válido y que homogenice de alguna manera el impacto de una película cada década sería el sistema de medición de Nº TOTAL DE ENTRADAS VENDIDAS. Si necesitas de establecer una comparación entre épocas, puedes dividir entre el total de población de un determinado lugar y hallar el porcentaje de la población que ha visto la película (Nota: cierto es que se produciría una cierta imprecisión al obtener dicho cálculo debido a los revisionados en el cine, y la dificultad, o imposibilidad de conocer el número exacto para poder eliminarlos del cociente; aun así es difícil que en un estreno que recaude 1000 o 500 Millones de $ correspondan en gran medida a individuos que “repitan” sesión; aproximadamente suele ser menos de un 10%).

viernes, 7 de agosto de 2020

Grandes Directores de la Historia: Federico Fellini

Comienzo sección en esta entrada dirigida, única y exclusivamente, a destacar los títulos imprescindibles de grandes directores de la historia del celuloide. Lo voy a hacer a modo de Top con las que creo que son sus mejores obras para que sea más divertido y llevadero. Ojo, no seguir sin antes mencionar que esto no va de mis favoritas. Es más interesante que deje aquello al margen para que quien nunca haya visto al genio italiano pueda tener una guía sencilla de por donde empezar o cual de su filmo escoger para quedarse con lo más esencial; o para quien si lo haya visto, y quiera echarse un vistazo y demás, también lo pueda hacer sin demasiadas chácharas. Dejo claro también, que personalmente, siempre que he ido a empezar con algún director he acudido a tratar de buscar este tipo de listas sobre ello, a veces con mayor o menor éxito.

Así pues y como ya habéis visto, hoy toca uno de los grandes directores de toda la historia del cine: Federico Fellini. Seguramente, también el más grande realizador italiano de entre todos los colosos que ha dado aquel cine, y posiblemente uno de los más potentes no-americanos que hayan existido. El director con más Oscars a mejor película extranjera con cuatro estatuillas (1954, La Strada // 1957, Las Noches de Cabiria // 1963, 8 y medio // 1973, Amarcord) para cuatro obras maestras como un templo, es así.

Un director cuyos temas rondaban entorno a su fascinación por el mundo del espectáculo, y la creación de mundos de ensueño y fantasía. Así como una nostalgia recurrente por revivir y reconstruir la infancia. Todo desde un punto de vista tremendamente personal. Bastante difícil de ver si no acabas de entrar del todo en sus universos, pero aun así, con el poderío visual que es capaz de imprimir en cada pieza resulta hipnotizante en todas sus películas para cualquiera que se precie a verlas.

De "peor a mejor":

Los Inútiles (I Vitelloni) de 1953


La que decía Kubrick que era su película favorita. Trata de un grupo de amigos en una pequeña
ciudad italiana, donde queda retratada muy bien la Italia post-guerra derruida económicamente y con el paro como uno de los enemigos candentes de fondo. Con una historia de adulterio por ahí rondando también. Fellini empezaba a demostrar de lo que era capaz aquí como director y muchos la consideran una de sus grandes películas.


Almas Sin Consciencia (Il Bidone) de 1955



Posiblemente, mi favorita de Fellini, porque es de las menos Fellini, y Fellini está solamente donde tiene que estar para que sus "inquietudes" y "estilo" no se interpongan en la historia, cosa que (prácticamente) solo ocurre en esta. Realmente, sería algo así como "el thriller de Fellini". Una película que cuenta la historia de una banda de estafadores que se hacen pasar por sacerdotes. Arrepentimiento, culpa o lealtad son algunos de los temas que aquí trata el italiano de manera bastante interesante y serena, por cierto.

La Dolce Vita de 1960


Su película más conocida, seguramente, y no por ello la mejor. En cierto modo, porque tras la primera hora, que puede ser fácilmente una de las más sensuales de la historia del cine, la película se le acaba haciendo muy larga y con momentos bastante prescindibles. Digamos que a partir del momento de la imagen, todo va para abajo. Es el momento cumbre no solamente de esta obra sino de toda su filmo.

Amarcord de 1973 


Su última gran obra maestra; y muy alejada del resto de sus otras películas (una rara avis, vaya) que empezó a hacer después de 'La Dolce Vita (1960)'. Aquí muestra su infancia, básicamente, sin tampoco seguir una línea argumental clara. Todo se construye a partir de recuerdos en forma de secuencias unidas con una coherencia interna, eso sí (alguna de ellas sumamente hilarantes) pero casi siempre de manera "no-lineal". Muy útil también como representación del apogeo de la Italia Fascista de la época de Mussolini donde se crió el italiano. Ganó el Oscar a mejor largo extranjero y es una de las grandes comedias del cine.

La Strada de 1954


Su película más próxima a la denominada corriente cinematográfica: el neorrealismo italiano, impulsada por directores como Roberto Rossellini, Vittorio de Sica o Luchino Visconti. Federico Fellini participó asiduamente como guionista del primero de ellos antes de dar el salto como director (por ejemplo, en la obra maestra 'Roma, Ciudad Abierta').

Aquí cuenta la historia de dos artistas callejeros ambulantes. Un mastodonte y una joven inocente y con una cierta discapacidad, pero que admira al primero e, incluso, se va enamorando durante la película. Él la trata fatal, por su parte, llegando, incluso, a humillarla en múltiples ocasiones. La película habla de muchas cosas pero, principalmente, de que nunca sabes cuanto aprecias algo hasta que lo pierdes, así de simple y directo. Atentos al demoledor plano final (ciertamente repetido por Fellini a lo largo de su trayectoria). Uno de los mejores finales que ha dado el cine europeo.

Las Noches de Cabiria (Le Notti di Cabiria) de 1957


Siguiendo la corriente de 'La Strada (1954)' dentro del ciclo neorrealista del director (también junto a 'Los Inútiles') y de la mano nuevamente de Giulietta Masina, nos trae la historia de una prostituta en busca de una añorada felicidad y estabilidad sentimental que no es capaz de encontrar por ningún sitio y en nadie. Eso la lleva a acabar mal con todos los hombres que conoce, e incluso, muchos se aprovechan de ella y es objeto de timos. Absolutamente descorazonadora por momentos pero capaz de dotarle una magia fantástica al filme, Fellini nos deja un poderoso mensaje de que, al final, felices tenemos que ser con nosotros mismos. Y que la carencia de "felicidad" no puede ser causa de la falta de algo o de alguien. Curiosamente, muy recuperable a nuestros días de pandemia.

8 1/2 de 1963


Su mejor película, que a su vez puede ser una de las mejores películas de toda la historia del cine, y a pesar de que muchos la consideran sobrevalorada; no lo es en absoluto. Capaz de crear un mundo de poesía y lirismo absolutamente fascinante, lo que hace hace aquí el autor italiano de la mano de Marcello Mastrioniani, es de otro planeta. Basado en un director de cine al que utiliza como alter-ego y que atraviesa una especie de crisis creativa y cuestionándose, incluso, su propio talento y capacidad. Una película de perdedores y de glamour rastrero que explica muy bien la dificultad de la creación y a lo que se está sometido dentro de la industria cinematográfica. Posiblemente, nunca se haya rodado un inicio como el de esta película. Si no les interesa, por favor, inviertan diez minutos, al menos, en verlo. Merece muchísimo la pena y jamás tendrán una experiencia similar.



Bolas Extras: Si les gusta Fellini y "se quedan con hambre", les propongo otras cuantas:


* El Jeque Blanco (Sceicco Bianco) de 1952



*Giulietta de los Espíritus (Giulietta Degli Espiriti) de 1965



*Satyricon de 1969





miércoles, 5 de agosto de 2020

Los incentivos como la clave contra la pandemia



Cada día somos testigos de como los medios de comunicación no hacen sino buscar a quien cargar la culpa de todo el tema de los rebrotes que se llevan produciendo desde que el 21 de junio terminó el estado de alarma, ya sean: a personas, eventos concretos o, incluso lo más de moda últimamente, a colectivos enteros. Esta vez, creando un estigma nocivo en jóvenes y adolescentes. Y no es que considere que se equivocan completamente, y aunque tampoco quiero darme a la banalidad que resultaría del convertir este texto en una mera opinión personal acerca de esta breve introducción, si que creo que llevan parte de razón, pero acaba siendo una visión demasiado superficial del problema convirtiendo a este complejo en algo demasiado simplista que no ayuda en nada sino en crear más malestar social. Y eso es de lo que trata este entrada: ofrecer un punto de vista del asunto abordándolo desde la perspectiva del mecanismo que rige (y lo que es) la economía, que recuerden, es la ciencia que estudia el comportamiento de las personas: los incentivos.

Es un hecho científico que las personas se mueven por incentivos (y ahí está todo la Teoría de Juegos desarrollada aproximadamente por John F. Nash en los años cincuenta del pasado siglo, y siendo premio Nobel por esto mismo en el año 1994). Cada decisión que toman estos agentes esta motivada por algo que hay detrás a lo que ellos otorgan un valor meramente subjetivo y que les reporta lo que los economistas llamamos utilidad (algo así como satisfacción o bienestar). Aunque hay que dejar claro que, esto último no es necesariamente que yo realice (o no) determinada acción única y exclusivamente motivado por el hecho de recibir algo a cambio. Ni mucho menos que ese algo a cambio sea dinero o algún bien material. Un incentivo puede ser, si haces 'x' me libro de algo que perjudique o merme mí utilidad; o si hago esto 'y' voy a estar mejor que si me decanto por hacer 'x', ya que también una lucha por evitar lo menos malo también es incentivo. Así pues, y como pueden estar ya observando, los ejemplos al respecto pueden ser innumerables.

Un juego muy conocido y explicativo de todo esto (quizá el más reputado) sería el llamado "dilema del prisionero", el cual explica muy bien como en múltiples ocasiones la mejor decisión que puedes tomar en términos de utilidad reportada depende completamente, no de lo que hagas solamente tú, sino de lo que haga el otro. A efectos de la pandemia, yo puedo tomar precauciones siempre, pero si "el otro" (u otros) jugador no las toma, ambos estaremos peor que de lo contrario. También tiene algo que ver con el hecho de "cooperar". (ver esquema)



Así pues, si seguimos aplicando toda esta teoría de los incentivos al entorno de pandemia mundial en el que vivimos, constantemente se apela a la responsabilidad y al civismo de las personas, y nos encontramos con que muchas de ellas llevan a cabo su papel de ciudadanos cumpliendo las tres reglas fundamentales de seguridad que se han recomendado por parte de los expertos sanitarios (distancia social, uso de mascarillas e higiene). Pero hay muchos quien no cumplen estas reglas, y resultan nocivos para la propia sociedad, es decir que no cooperan. Entonces se les echa en cara su sordidez, pero lo cierto es, ¿Alguien se ha planteado que esto podría resultar de un mero problema de incentivos? Puede ser muy 'unpopular', pero lo cierto es que quizá para esas personas el hecho de cumplir con sus deberes sociales no sea suficiente incentivo y que sientan que están perdiendo más de lo que ganan por su elección. Esto es debido a que las preferencias de cada individuo son diferentes y, además, dinámicas dado que están sujetas a cambios en cada momento, así como que cada uno tiene diferentes formas de valoración personal para lo que le reporta utilidad. La falta de incentivos a la cooperación también puede aparecer debido a un problema de información existente en términos de que estos agente "no-cooperativos" no perciban los beneficios de la propia cooperación (en el esquema de más arriba, imaginar que el apartado "reglas" no fuera visto por los jugadores, o cualquier otro dato de relevancia a la hora de tomar la decisión que "cegara" la elección)

Lo que habría que estudiar detenidamente es el porqué la delicada y grave situación atravesada, así como las miles y miles de muertes producidas por la famosa enfermedad no son incentivo suficiente para determinadas personas e incentivar a ello. Medidas tales como multas por incumplimientos o cambiar la percepción acerca del cumplimiento (imaginen: no llevar mascarillas conlleva a perder todo el estatus social) o, cualquier otra cosa... Hay muchos modos en definitiva para incentivar el cumplimiento de las medidas. Claro está, que la gente joven no está envuelta en ningún cinismo particular, sino que para ellos el uso de mascarillas y cumplimiento de las medidas de seguridad supone un coste mucho más elevado en términos de valoración personal que para cualquier otro colectivo, así que no parecería demasiado descabellado centrarse en que este grupo concreto de edad percibiese en el posicionarse a favor de lo que supone su deber como "más valioso" que el incumplimiento de las normas. Aunque todo se aplica, en el fondo, a cualquier persona que en algún momento no cumpla con ello.

La responsabilidad no mueve a las personas responsables. Aunque pueda sonar con cierta crudeza cínica también, nadie responde ante la responsabilidad por la benevolencia de los reptiles , si alguien decide ser responsable es porque está percibiendo el serlo como un incentivo favorable que le reporta más utilidad o bienestar que lo contrario. Tiene incentivos a serlo. Y, esto, es algo inherente dentro de la propia naturaleza humana algo como equivalente al estímulo que produce en el cuerpo un estímulo sonoro mediante el cual nuestro cuerpo se focaliza en ello de manera automática, impulsiva e inconsciente. Esto sería algo así. A un adolescente no le sale de dentro y, e incluso es prácticamente inconsciente, coger y salir de casa con la mascarilla y pensando que tiene que mantenerse a dos metros de sus coleguitas. Hay que revertir esa situación. Debemos hacer que hacer lo correcto sea incentivo suficiente para ellos.

Imaginen por un solo momento el siguiente ejemplo (muy simple): si acordonásemos un barrio de ciudad entero, y alguien del Estado se pusiera en cada puerta ofreciendo 50-100€ a cada individuo que saliese de sus casas con todas las medidas de seguridad y/o que se comprometiese a cumplirlas hasta su vuelta para tener derecho a recibir esas cuantías ofrecidas, ¿A qué no quedaría ninguna duda de que todos las cumpliríamos perfectamente? Por tanto, ya estamos reconociendo implícitamente que existe (o se da) un problema de incentivos. No se confundan, con esto no se quiere decir que la solución sea ofrecer jugosas cuantías de dinero por ello, porque incluso se podría caer en los llamados incentivos perversos (muy bien explicado aquí). Lo que hay que conseguir es que el incentivo que tenga todo el mundo a ser responsable sea lo suficientemente grande como para posicionarse en ella y cumplir con el deber. Y eso puede ser también seguir concienciando. Lo contario, es decir, fiarse de las buenas intenciones de la gente, como puede ser desconcienciar o ningunear la situación, o cualquier otra cosa que le reste importancia por parte de responsables políticos, famosos o, en general, con gente con gran capacidad de influencia sobre las demás es perjudicar y reducir los incentivos de las personas a ser responsables, llegando a un equilibrio inestable donde puede pasar cualquier cosa. Es decir, te puedes encontrar con un 90% de individuos responsables durante cierta época y de repente con menos de 10%; que, por otra parte, es lo que está sucediendo diariamente. Sería dejarlo todo en manos de la cambiante percepción de la situación de cada persona, cada día.


lunes, 3 de agosto de 2020

"Toros Bravos" en el cine

Este post contiene la clara intención de mostrar una lista de diez personajes de películas, aquellos que constituyen una de las principales razones del porqué de mi gran afición por el celuloide debido a la capacidad de tocarme la fibra sensible o de removerme las tripillas, como quien dice, por algún extraño motivo, que poseen y que, evidentemente, nada tiene que ver con ningún tipo de idolatría, sino más bien de temor, supongo. Ellos, además, suelen ser habitualmente objeto de propuestas bastante interesantes por parte de sus realizadores: la exploración de la parte oscura del ser humano. También, aquellos que son de mecha corta ante una situación límite o de encierro pero que están dispuestos de un modo u otro a escapar del laberinto aunque sea a tiros y llevándose a todo lo que pillen por delante si es necesario. También de aquellos que son capaces de quebrantar cualquier ley y estigma establecido dentro de un marco social para salirse con la suya, o conseguir su objetivo: no hay ningún tipo de reglas morales. Incluso, también esos individuos que a las alturas a la que los vemos en sus historias están ya sumamente quemados de todo y con todos, y poco o nada les queda que perder ya dentro de un sistema y un modo de vida que les ha devorado por dentro. Pero ante todo, de quienes no creen en nada más allá de sus propios valores éticos y se aferran a ellos, incluso más que a la propia vida, porque: "¿Cuánto vale la persona sin principios?".



Santos Trinidad en 'No Habrá Paz Para Los Malvados' (2012, Enrique Urbizu)



El gran José Coronado interpretando a este hijo de satán. Un policía corrupto que está hasta los tímpanos de su profesión y del tener que lidiar con necios a diario; y una buena noche de borrachera absoluta decide liarla parda en un club nocturno a poquito que le prenden la mecha. Con una extremada sordidez y aspereza, consecuentemente, acaba destapando un asunto muy mayor de terrorismo y que da pie a toda la trama posterior de la película. Ganó el Goya a mejor actor y a mejor película.


Ángel en Todo Por La Pasta (1991, Enrique Urbizu)



Si hay algo que domina el director bilbaíno es el hecho de crear personajes bravucones y desbocados, que no se andan con tonterías y que en cualquier momento la pueden liar parda por  cualquier cosa que interfiera con sus santos bemoles. Nada más allá de eso, aquí el personaje de un imperial Antonio Resines interpreta a este buen elemento de poli, no corrupto, sino más bien un 'interpretador propio' de la ley. Una especie de bomba con patas al que acercarse a cualquier situación medianamente acalorada le puede hacer saltar por los aires como pura nitroglicerina. Se abría paso a guantazo limpio y con tácticas completamente amorales en sus investigaciones. Si le toca el caso a él, el delincuente debería salir corriendo.

Pike Bishop en Grupo Salvaje (1969, Sam Peckinpah)



Al igual que esa actitud tan bravucona del propio Sam Peckinpah, Pike Bishop (en uno de los mejores papeles de la carrera del mítico William Holden, que no es poco decir) es ese líder del grupo de forajidos que protagoniza la obra maestra que es 'Grupo Salvaje' y que cansados de huir, pertenecientes ya un cercano, cada vez más, mundo moderno que les está pasando por encima, donde la lealtad, el respeto y la amistad entre ellos es lo único que les queda como parte de ese antiguo mundo de donde vienen y del que ya no pueden escapar. Así pues, cada vez que vemos esa mirada cansada en los ojos del propio Pike, podemos intuir que se va a liar parda. Ellos mismos son los que eligen la manera de morir y no se van a dejar acorralar por la modernidad, ni por cualquiera que les intente pisotear sus propios principios.

"Jefe de Policía" Hank Quinlan en Sed De Mal (1958, Orson Welles)




Posiblemente, el origen más claro de este tipo de personaje se encuentre en el jefe de policía que interpretaba Orson Welles en 'Touch of Evil'. Un elemento total que estaba dispuesto, no a saltarse las reglas del juego, sino a imponer su reglamento propio sobre la marcha. Lo absolutamente capaz de cualquier táctica por discutible que fuera para salirse con la suya, no le hacen sino un personaje fascinante a la par que despreciable y temible por su gran realismo y frialdad. Un tipo de los que se las saben todas y al que no vas a engañar fácilmente, pero a la vez, con el que empatizamos de un modo u otro. Aunque, en su estética y manera de ser, quede bastante claro que está muy quemado, y que eso de tocarle la moral, no es buena idea.

Alonzo en Training Day (2001, Antoine Fuqua)


Otro tipo de lo más peculiar que es capaz de hacer sentirse como en el infierno a su propio compañero, incluso en su primer día en el cuerpo por las calles. Un pura sangre en toda regla, de lo más sucio y corrupto que te puedes echar en cara. De valores muy fuertes y concretos y de sobriedad fascinante. Pero, al final, la peli nos gusta por él.

Matt Graver y Alejandro en Sicario I y II (2015/2018, Dennis Villeneuve/Stefano Sollima)



Los tipos a los que manda la agencia americana cuando la cosa se pone fea. Dos tipos completamente amorales y capaces de cualquier cosa por cumplir la misión que les ha sido encomendada. Con un sentido muy interesante de la lealtad y el respeto. Uno de ellos, el de Benicio del Toro, pura dinamita que puede incendiar México entero o, a todo el que se ponga por medio, con tal de fastidiar al que alguna vez le fastidió. Vamos, que es un tío con más frialdad que el hielo en un mundo tremendamente oscuro. Algo así como un sicario público, y capitaneado por Matt Graver.

Bradley Thomas en Brawl in Cell Block 99 (2017, S. Craig Zhaler)



Otro que se adaptaría, perfectamente, al molde de toro bravo. Un tío al que no le quedaba nada más que perder. Condenado a vagar por el infierno carcelario americano pero con una deuda pendiente, a la vez: que no hagan pagar a su familia por sus propios pecados. Cuando esto ocurre de cierto modo, es capaz de ir de cárcel en cárcel a cada cual más chunga inflando a puñetazos a cada funcionario de estas. Y, créanme, nunca han visto mandobles que duelan como duelen aquí. Un bicho incontrolable que bien te puede dar una tunda con una chancla como arrastrarte el cráneo por todo el suelo de la prisión. Mejor dejarlo en paz.

Bud White en L.A. Confidential (1997, Curtis Hanson)



Otro animal de bellota; absolutamente incontrolable con la violencia más primitiva como método operativo. Esta vez no sería caso de poli corrupto, pero si ejecutor de "métodos no propios de Hawai 5.0.". Todo un elemento al que por momentos consigue dejar al Máximo de Gladiator (sí aquel que recorre las arenas de la Antigua Roma) como una niñita de 5 años jugando el día de Navidad.

Jake LaMotta en Toro Salvaje (1980, Martin Scorsese)



Absolutamente volado de la cabeza e inestable, convertido en pura dinamita de la que salta por los aires en cuanto oses llevarle medianamente la contraria. Es capaz de inflarte a guantazos por ello, incluso a su propio hermano. Cuidadito con él. Un tipo que no puede escapar de la espiral de violencia en la que está envuelto continuamente, así como en constante caída a los infiernos, a su vez. Protagonista de una de las escenas más impactantes de la historia del cine cuando es encerrado en prisión y empieza a golpear la pared como si fuese un saco de boxeo a cuan animal en cautiverio. 

Ripley en Aliens: El Regreso (1986, James Cameron)



Toros bravo, no implica necesariamente a solo hombres, aquí el más claro de los ejemplos de que pasa si a una mujer le tocas los ovarios profundamente como hace el alien con la teniente Ripley. Nadie se mete con ella, si no quieres sufrir la ira en tus propias carnes, o en la coraza alienígena (como sería en este caso). Es capaz de meterse ella sola a un nido de monstruos, que bien podrían aniquilar a cualquier ser del Planeta Tierra sin despeinarse, con tal de rescatar a la niña de la película (en una muestra de la maternidad perdida) equipada con una especie de lanzallamas muy tocho y molón para llevarse por delante todo bicho y huevo que pille. Una cebada para el espectador.




Una selección de diez (incluyendo una pareja) personajes, toros bravos, que bajo mi punto de vista considero imprescindibles y los que a mí más me han hecho emocionarme. Seguramente, no, fijo que me dejo muchísimo que no haya visto aún (ojalá) y otros tanto, que de un modo u otro, se hayan quedado fuera de la lista. Por ejemplo: cualquier personaje de las películas de Sam Peckinpah, podría ser objeto de ser incluido aquí. Fíjense en la dificultad de la inclusión.

Espero que les haya gustado, y si alguien quiere aportar, en los comentario tiene lugar el sitio ideal para ello. Nos podemos echar unas buenas risas y descubrir alguna que otra joya.

domingo, 2 de agosto de 2020

Las 14 Mejores Películas de la Historia del Cine

En primer lugar, les quiero dar la bienvenida a los que os habéis atrevido a pasaros por este blog: un rincón muy personal donde intentaré hablar más en profundidad y sin ningún complejo ni temor acerca de las cosas en las que suelo pensar cuando no tengo la cabeza ocupada en tareas, deberes y demás ámbitos que nos ocupan (quien sabe si por desgracia o fortuna) la mayor parte de nuestra (no muy larga) vida. Sobra decir que no hay ningún tipo de pretensión: ni de sembrar cátedra; ni lucrativa; ni de ningún tipo más allá del mero entretenimiento, compartir gustos y generar opinión entre aficionados.

Como lo último que quiero es enrollarme demasiado contando cuentos chinos, más que nada, porque cuando soy yo el que está en vuestro lugar no lo soporto, vamos a entrar a saco al epicentro del meollo. A lo que y para lo que estamos aquí, y por el motivo por el que habéis entrado a esta entrada: elaborar una breve pero completa lista con las que para mí son las 14 mejores películas del séptimo arte, no mis favoritas, eso podría ser materia para una muy viable y jugosa futura entrada.

Basta decir que vosotros podéis tener otras diez, y seguramente, sean igual de válidas y debatibles por todos. Lo que suele dar pie a grandes y divertidos ejercicios de opinión en estos casos. El orden de las cuales será inverso y empezaremos de "peor a mejor"(aunque estos adjetivos aquí estén de más). Allá vamos:

14 - Doce Hombres Sin Piedad (1957, Sidney Lumet)
"It's always difficult to keep personal prejuice out of a thing like this"

La mejor película de juicios que pasó por Hollywood, no es sino la ¡ópera prima! de Sidney Lumet, un director que no ha llegado a la extremada brillantez que si lograron alguno otro en esta lista. Una película desarrollada en una solo habitación, donde 12 hombres deben decidir sobre el destino de un joven acusado de asesinato. Al final, acaba siendo un estudio sobre los diferentes tipos de personalidades, así como en general formar un retrato de la condición humana; tanto en conducta como en la exploración psicológica de cada personaje. A día de hoy es utilizada en diversas (y grandes) compañías para los roles dentro de las empresas y poder comprender a sus trabajadores, así como definir cada rol de trabajo. Todo un prodigio.

Nota: Cuenta con su versión española de estudio 1 que es otro prodigio absolutamente imperdible, de la que muchos ni siquiera saben de su existencia.





13 - Con Faldas y a lo Loco (1959, Billy Wilder)

Osgood: "Well, nobody's perfect!”

Ustedes mejor que yo sabrán de la dificultad de elegir con cual quedarse de entre todas las obras maestras de Billy Wilder. En este caso, me voy a quedar con 'Con Faldas y a lo Loco' por incluir a un representante de comedia dentro de la lista. De hecho, para la que para mí es la mejor comedia de la historia del cine. Una obra que, por lo que vemos día a día en cualquier medio de comunicación, es demasiado moderna hasta para nuestros días (61 año después). La ligereza y la suma acidez con la que el autor austriaco trataba la trans y la homosexualidad o también el alcoholismo, en forma de enorme sátira y de sutileza aplastante que siempre queda relega a un muy presente subtexto, deja patente que solo puede haber sido creado por un superdotado con la máquina de escribir. Y luego sumado a que dando vida a esos personajes hay detrás tres de los mejores actores que se han puesto delante de la cámara y que ya son historia viva de la cultura mundial por los siglos de los siglos. ¿Quién podrá olvidar la primera aparición de Marylin Monroe? ¿Ó el baile de Jack Lemmon con el viejo capitán del barco? ¿Ó la escena dentro de ese tren en donde viajan a Florida? ¿Ó, por supuesto también, ese final absolutamente memorable y todavía no superado?


12 - Toro Salvaje (1980, Martin Scorsese)

Jake LaMotta: "You never got me down, Ray!"

La primera aparición del cineasta neoyorkino en este humilde pero debatible ranking, no es otra que 'Toro Salvaje', la mejor cinta que se ha hecho en el ámbito del boxeo, pero que en el fondo, no es nada más que envoltorio ideal para un drama sobre el amor fraternal y la autodestrucción de un ser humano, cuyo culmen tiene lugar en la secuencia que ilustra la imagen de más arriba; y que tiene mucho que ver con el título de la película cuando el personaje de Robert De Niro (por el que gana el primer Oscar de su carrera) es encarcelado como si de un animal salvaje se tratara. Todo envuelto por esa oscuridad de la que "nuestro amigo" Jake LaMotta ya no va a poder escapar y va a ir perdiendo todo. En un trabajo de dirección bestial por parte de Scorsese a la hora de componer la secuencia: el sonido; la iluminación o el movimiento de cámara, pudieron habernos conducido hacia una de las escenas más desgarradoras seguramente de la historia del celuloide.


11 - Apocalipsis Now (1979, Francis F. Coppola)

 Kilgore: “I love the smell of napalm in the morning.”

Prácticamente suscita la opinión unánime por parte de toda la comunidad cinéfila: tanto por parte de expertos; gente del mundo del cine y aficionados, en cuanto a su ocupación del número uno del ranking en lo que a cine bélico se refiere; y además, es el absoluto referente a seguir para todas las demás películas venideras del género.

Una obra maestra tremenda en la que el gran genio del cine de los setenta, Francis F. Coppola que apuntaba para ser considerado uno de los más grandes que jamás hubieran existido después de venir de hacer "Los Padrinos", estuvo a punto de perder la cabeza en el archiconocido e infernal rodaje de la película que se extendió a más de un año, y que después del cual ya no consiguió estar nunca más al mismo nivel. Se arruinó varias veces tratando de hacer la película, en la que, además, el propio protagonista Martin Sheen (inconcebible otro Capitán Willard) llegó a sufrir un infarto.

Un drama sobre la parte más oscura del alma humana, un descenso a los infiernos en forma de viaje del héroe casi espiritual, en el que por supuesto, no existe ningún retorno a casa. La locura y el sinsentido de la guerra; o el cuestionamiento continúo al papel jugado por el gobierno americano enviando a una generación entera a morir a los campos de Vietnam y que tanto se trató posteriormente en otras obras magnas de la misma época de futuros retornos a los Estados Unidos de gente que si sobrevivió pero que llegaba con fuertes trastornos en una sociedad en continuo cambio. Un Espectáculo audiovisual de primer orden, que además cuenta con varias de las frases y escenas más icónicas de la historia del séptimo arte.


10 - Casablanca (1942, Michael Curtiz)


Rick: «We'll always have Paris»

Quizá sea un fotograma de esta película lo que primero que se nos viene a la mente cuando oímos pronunciar la palabra cine como gran concepto. Como un todo. El gran clásico del cine americano por antonomasia es esta historia de amores cruzados en la que ni la mismísima Ingrid Bergman sabía durante el rodaje de quien estaba enamorada su personaje. Lo que se transmitió perfectamente a la película y se deja sentir en cada plano de ella en pantalla. O, el ya mítico personaje regente de ese local tan alocado y festivo, que recibe incluso, a generales del ejercito alemán como es el de Humphrey Bogart que redefinió el papel de galán pero no del rollo impoluto y buen rollista siempre alegre y con un humor parlante que quizá podría dar más gente como James Stewart en su primera etapa o Cary Grant y que tanto gustaban a la industria por entonces. Pero que nadie se engañe, la cinta de Michael Curtiz no vive única y exclusivamente de su condición de icono sino que posee un enorme guion; una banda sonora legendaria e interpretaciones y momentos sublimes y prácticamente insuperables como el memorable final tan influyente tanto en el cine como a lo largo de las décadas dentro de la cultura pop. 'Casablanca' puede ser LA película de Hollywood.

9 - Grupo Salvaje (1969, Sam Peckinpah)

- Pike Bishop: "I'd like to make one good score and back off..." 
- Dutch Engstrom: "Back off to what?"


Con toda certeza mi película favorita, aunque eso dará para otro (seguro) top de mis preferidas. El punto culmen del western crepuscular, donde una banda de forajidos en el ocaso de sus vidas -y dentro ese viejo y cruel mundo del salvaje oeste que vive ya sus últimos días, donde la civilización y los avances tecnológicos están empezando a ganar cada vez más peso y a imponerse por encima de la naturaleza- buscarán dar un último golpe antes de retirarse. Estos tipos ya no tienen cabida dentro de ese mundo que emerge; aunque ellos no vayan a dejar que les pase por encima y les condene, no van a ser víctimas de ese nuevo sistema americano de leyes y civilización: ellos eligen como morir. Son gente atrapada dentro de un laberinto del que van a salir a tiros y se van a llevar por delante lo que pillen aunque ellos la casquen en el proceso. Han vivido demasiado y el orgullo y la lealtad es lo único que les queda, no tienen nada que perder. Morir matando.

La película revolucionó el cine de acción como se entendía hasta la fecha. Usando múltiples cámaras para construir una acción basada en la alternancia de planos a velocidad normal y a cámara lenta. Estos últimos, generalmente, se utilizaban para los impactos de las balas, lo que creaba una sensación de lirismo y de poética en si mismo de la violencia, por el cual, al director, Sam Peckinpah, se le conocía por apodos tales como: 'el poeta de la violencia' o 'Bloody Sam'. La violencia en sus películas siempre estaba en primer término, pero ni aquí (ni en ninguna otra) es gratuita, y está justificada siempre argumentalmente como la única salida para los personajes. La escena final es lo más bestia que se ha hecho en cine y aún está por superar. Imitada hasta la saciedad por directores como 'John Woo'.


8 - Taxi Driver (1976, Martin Scorsese)

 Travis Bickle: “Someday, a real rain will come and wash all this scum off the streets.”

La gran obra maestra de Martin Scorsese (junto con 'Raging Bull', 1982) no es una película de gánsteres por las que siempre ha sido reconocido el neoyorkino, sino por una alegoría sobre la alienación de un hombre marginado que regresa a casa de Vietnam: otro sin hueco dentro de una sociedad completamente degenerativa. Todo ello hasta que un día un sentimiento acumulado de frustración, soledad y repulsión por ese entorno urbano, sucio y apestoso que es la ciudad de New York en los 70' le llevan a tomar cartas en el asunto y tomarse podríamos decir: la justicia social por su propia mano. Con muchos aires de western, ha sido una influencia para innumerables realizadores y es la película favorita de millares de cinéfilos. Además, contiene, quizá, la mejor interpretación de Robert DeNiro en su carrera (¡Qué no es poco decir!).


7 - Los Siete Samuráis (1954, Akira Kurosawa)



-Kambei Shimada: "So. Again we are defeated. The farmers have won. Not us".

Que decir de la gran obra maestra de Akira Kurosawa, cuya filmografía no se cuenta por películas, sino por absolutas obras maestras. Una detrás de otra, y no solamente se tratan de "simples masterpieces", sino que son obras de plena influencia que en uno u otro sentido cambiaron el devenir y la comprensión que se tenía del medio hasta la fecha. No hay 'Señor de los Anillos'; ni las épicas batallas de 'Juego de Tronos'; ni ninguna otra película de grandes batallas posterior si en 54' este buen señor no hubiese hecho los Siete Samuráis. Aparte de que no solo revoluciona el cine de acción al ser de los primeros que pone en marcha un mecanismo para grabar múltiples tomas de esta usando para ello múltiples cámaras (técnica que a partir de ese momento se vuelve habitual); sino que también reconfiguró las claves de las historias "de grupo", tal y como las conocemos hoy en día. Así como era un absoluto pionero y revolucionario (ya desde 'Rashomon' en 1950, otra de sus mejores propuestas) en el uso de la climatología, no solo elemento estético, sino como elemento narrativo  y condicionante al que los propios personajes debían de superar y adaptarse a él. Tres horas y media largas de duración pero que desembocan en uno de los momentos más épicos y míticos que nos ha ofrecido la gran pantalla. Imprescindible dentro del ranking.



6 - Vértigo (1958, Alfred Hitchock)


Judy: "If I do what you tell me, will you love me?"

De entre todas las grandes obras maestras que realizó el maestro del suspense, quizá, sea esta la que mayor perfección técnica y narrativo alcanzó. Haciendo gala de innumerables avances de efectos de cámara que Hitchcock utilizaba para conseguir esa sensación de vértigo que daba nombre a la cinta y que definía a la perfección al maravilloso personaje protagonista encarnado por un James Stewart en uno de los mejores papeles de su carrera. En la película se materializaba una especie de romance obsesivo muy insano que culminaría en ese magnífico momento (ver imagen) cuando el personaje de Kim Novak salía de la habitación rodeada de esa extraña luz verdosa como si de un fantasma se tratara y que cerraba todo el arco de desarrollo de los personajes. Esto, si sublime, fue todo un vuelco para la industria (a pesar, ojo, de ser un fiasco en taquilla en su momento) que a partir de aquí creó un gran foco de inspiración, homenaje y punto de referencia a la hora de contar historias para futuros autores y realizadores. Ensalzada hasta la extenuación por gente como François Truffaut en su libro 'El cine según Hitchock'. Aquí digamos que tenemos su obra más oscura y de carácter más adulto de toda su filmografía que siempre a tirado más por otro tipo de trasfondo en sus argumentos.


5 - Ordet, la palabra (1955, Carl Theodor Dreyer)


Pastor: "Because miracles would break the laws of nature, and, naturally, God does not break His own laws".


Otro de los grandes titanes que hubo en la industria con una filmografía plagada de absolutas obras maestras, tanto dentro del cine sonoro como del mudo, es el director danés Carl T. Dreyer. Buenos ejemplos de ello son películas como: 'La Pasión de Juana de Arco'; 'Vampyr' (mi favorita); 'Dies Irae' o 'Gertrud', entre algunas otras. Pero creo que es aquí donde alcanza su punto máximo y hace su mejor película, la cual, es dura y difícil de ver para depende de que tipo de público. Y hago referencia a esto mismo porque es una obra prácticamente teatral de uno o dos escenarios y con tomas muy longevas a plano fijo; hablada en danés y con un ritmo muy propio del realizador y del cine europeo más contemplativo. No es nada fácil entrar en el cine de la última época de Dreyer. Pero quien aún no lo haya hecho, le invito encarecidamente a que se adentre porque pocas películas desprenden ese halo de magia, de ser algo especial, algo que puede marcar profundamente al espectador cuando se encuentra con ella por vez primera.

Con un muy marcado carácter religioso trata sobre la fe de manera contagiosa pero sin sermonear ni apalizar con ello, es más, me atrevería a decir que nunca se ha tratado el tema con la elegancia, rotundidad y brillantez que se trató aquí. Otro argumento de curiosidad es que muchos críticos y especialistas defienden que su final es el mejor final jamás filmado.


4 - 2001: Una Odisea en el Espacio (1968, Stanley Kubrick) 

HAL: "I'm sorry, Dave. I'm afraid I can't do that".

Sin ponerme elitista, pienso que en cualquier top que se precie acerca de lo mejor que ha dado el cine, debe haber algo del gran genio de esto que es sin duda, Stanley Kubrick. La magnificencia de su obra y su perfeccionismo es tal que aquí lo que consigue, aparte de una obra absolutamente inabarcable como pocas, es dar sentido a un género como la ciencia-ficción y ponerlo en primera línea dotándole de una credibilidad y suscitando su interés a todo el planeta cine. Un género hasta la fecha en el que se encuadraban principalmente películas de serie B y por el que nadie apostaba antes de 2001 para contar algo serio y sin complejos.

Entonces llegó el visionario realizador neoyorquino y consiguió elevarlo a los cielos (nunca mejor dicho) para hablar, o mostrar realmente, el progreso de la humanidad como tema y hacerlo haciendo uso de una estructura narrativa y una manera de contar la película tan extraña (y brillante) que aún hoy impresiona y sigue siendo inaccesible para muchos. Así como sus efectos visuales elaborados minuciosamente con maquetas y réplicas construidas para la producción, pero que aún así hoy no se puede entender como pudo hacer todo aquello en el año 68'.

Otra cosa que introducía y, cuyo desarrollo ocupaba toda la parte central del relato, era al famoso, e imitado hasta la saciedad, personaje Hal 9000: una máquina que podía expresar sentimientos propios y era capaz de pensar y planificar por sí misma y que ya se revelaba contra los humanos intentado acabar con ellos mucho antes de lo que lo hiciera el Terminator de James Cameron en el 84'. De una manera justificada de forma distinta, claro. Esta pensaba que los humanos eran demasiado imperfectos y que por culpa suya echarían a perder toda la misión.




3 - El Padrino I y II (1972-1974, Francis F. Coppola)


Vito Corleone: "I'll make him an offer he can't refuse".

Puede ser hacer trampa pero no puedo concebir algo tan grande como 'El Padrino' separando ambas películas, a pesar, de que sean completamente distintas por sí solas, y ya mismamente, desde la propia estructura narrativa. Son tan parejas y tan perfectas que se me hace complicado relegarlas al tercer puesto. No sabría cual es mejor, aunque quizá, me inclinaría más por la primera y por el personaje de Vito Corleone encarnado de manera legendaria por el inmortal Marlon Brando, pero existe quien es más partidario de su hijo, Michael (Al Pacino). La historia de esta familia italoamericana de la mafia (en la primera), una de las más poderosas de Nueva York y de como construyen todo el imperio desde que emigran a EE.UU procedentes de Sicilia (en la segunda entrega) es una de las más recordadas y universales que ha dado el cine. Incluso una persona que no conozca apenas el séptimo arte podría reconocer el título y la manera de hablar del propio Vito Corleone. Eso no pasa con ninguna otra obra más y habla de la extrema universalidad de la misma. La cabeza de caballo; el primer asesinato de Michael; la muerte de Sonny Corleone o el comienzo de la primera son algunos de los momentos más megalómanos, recordados y carismáticos de la historia del cine. Larga vida a los Corleone.


2 - Ciudadano Kane (1941, Orson Wells)

C.F. Kane: "Rosebud..."

La cinta que sale en más listas como la mejor película de la historia del cine, que no es otra sino una obra complementa revolucionaria como ninguna lo ha sido, y además, en múltiples aspectos. Orson Welles con tan solo 25 años de edad, y en su ópera prima, cambió entre otras cosas las reglas predominantes de la narrativa; el montaje; la manera de encuadrar o todo el apartado visual (con sonados aires que muy bien heredaba del expresionismo). Aunque también hace gala del ya archiconocido error (inexplicable) de guion del comienzo con el que nada de lo que vendría después tendría ningún sentido. Aún así que se le otorguen los puestos más alto ya deja ver de la magnificencia y el calado que posee. Es verdad que se la ha acusado de ser muy fría y difícil de conectar con ella pero de lo que no cabe ninguna duda es que la ves casi 80 años después y parece algo completamente actual en las formas y eso es una barbaridad para el año que rodó, 1941. Y es debido principalmente a ella por lo que el lenguaje fílmico ha evolucionado a tal y como lo conocemos hoy día.


1 - Centauros del desierto (1956, John Ford)


Ethan: "But what that Comanche believes, ain't got no eyes, he can't enter the spirit-land. Has to wander forever between the winds. You get it, Reverend."


Para mí la mejor película de la historia del cine es la obra cumbre del género cinematográfico por excelencia: el western. Y dentro de él la gran película del gran director y padre del mismo que era John Ford. Una poética ventana de entrada a Monument Valley donde se da pie y nos sumerge de lleno en una historia de búsqueda de una chica que ha sido raptada por los indios tras asaltar el pequeño rancho donde vivía. Familiar del personaje de John Wayne -en el mejor papel de su carrera y uno de los mejores y más influyentes a posteriori personajes que se han escrito- alguien que vuelve a casa de la guerra y que trae consigo la muerte y el caos lo que no le deja ya ningún sitio entre los suyos y cuyo destino al final es la soledad de vagar eternamente por las llanuras y páramos. En seguramente el mejor final que se recuerda envuelto mientras por la gloriosa banda sonora de Max Steiner y que posee un lirismo y una belleza; unido a una manera única de encuadrarlo todo dentro de un áspero poema que a la vista se me antoja insuperable. La excelencia del filme es tal que cineastas posteriores de la talla de Spielberg; que ha declarado alguna vez que se la pone antes de rodar cada película, u otros como Martin Scorsese quien la tenía en la cabeza mientras hacía 'Taxi Driver'.